Wednesday, July 01, 2009

Por el lado de la marihuana

Reseña de Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued - Ed Anagrama (publicado en Rolling Stone)

Con su novela debut, este chaqueño nacido en 1970 recibió una mención especial en el español Premio Herralde de Novela 2008 –ganó Casi nunca, del mexicano Daniel Sada- y entró sin aviso en la elite de los publicados por la primera línea del prestigio editorial hispanoparlante. (En la foto de solapa tiene una remera de Motorhead). La historia transcurre en la periferia de la periferia, entre un pueblito del Chaco -donde las napas subieron y entonces el suelo es constantemente barro a pesar de que nunca llueve y el sol te mata- y Córdoba capital. Aunque los personajes sólo relativamente están a donde están, porque en realidad no salen nunca del sopor cannabiótico. Porro todo el día (al desayuno el protagonista se arma “el primero de la mañana”) y la televisión como fuente de luz omnipresente, con documentales sobre calamares gigantes o grandes operaciones bélicas del siglo veinte como conexión única con el mundo.
El tono narrativo también tiene la sequedad marihuanera. Bajo la relajación de las fuerzas, sólo queda decir lo mínimo. El lenguaje puede remitir al realismo estadounidense de un Carver, omitiendo todo regodeo palabrístico. Pero junto a esa humanidad devenida máquina de humo y percepción de brillo catódico, contada con laconismo, Busqued monta una historia extrema. De entre las cosas que pasan en nuestra sociedad, toma algunas de las más extremas. Comienza la trama con una interrupción de la escena fumo-televisiva: el protagonista es avisado por teléfono que debe ir al Chaco porque que su madre y su hermano fueron asesinados por el concubino de ella, quien luego se mató. Al llegar traba lazo con un ex milico de la Fuerza Aérea, fanático del porno trash (de “la elasticidad del cuerpo humano”), que se gana la vida haciendo uso de sus aprendizajes de fuerza y operatoria ilegal, o, mejor dicho, de la elasticidad de la moral humana.
La novela, impecablemente escrita, pone en tándem a cuerpos replegados al mínimo (en sus movimientos posibles, en su repertorio de vínculos con las cosas, en su capacidad de sentir) con los relatos del poder sobre los cuerpos ajenos: la caza, el porno violento, la guerra, el secuestro. Podría decirse que investiga una sensibilidad, pero no proyecta un diagnóstico o una crítica sobre “lo social”. Lo que sí critica Bajo este sol tremendo es al porro. Hasta lo demoniza. Como mínimo se encarga de contar que una vida que prende porro tras porro bajo un sol de impiedad tropical puede, empero, estar lejísimos del Jamaica no problem. Es como si asumiera que el cannabis ya está instalado, que ya no es tiempo de pregonar por que se admita su presencia, que puede pasarse a una fase de crítica “interna” en un pensamiento que ya no tiene a la ilegalidad como problema.