Monday, May 26, 2008

GUERRILLEROS (Una salida al mar para Bolivia), de Rubén Mira - Reseña
Por Agustín j Valle, publicado en Rolling Stone, marzo 08

Guerrilleros es una reescritura del Diario del Che en Bolivia pero... Y es un “pero” de fertilidad multiorgásmica. Repleto de humor, no podría decirse que parodia el original puesto que no hay burla. Los guerrilleros, para empezar, son adolescentes. Reciben el año 1984 juntos en el monte. Planean construir el hombre nuevo revolucionario unificando sus memorias (y hasta rostros) con las de héroes de la liberación latinoamericana ya martirizados en plomo (como Che); cuentan para hacerlo con la Máquina Recicladora, que remodelará sus conciencias a través de una pila que cada uno tiene implantada en el cerebelo desde bebé. Activar esa pila es esencial; el modo es tomar y tomar cocaína.
Escrita en 1986, la novela alerta sobre una juventud que insistía en un camino derrotado (o fracasado) una generación antes, el del fusil, al que ahora le agregaban “cocaína como pólvora”. Tres años después el MTP copó trágicamente el regimiento de La Tablada. Pero el universo cyberpunk andino que guarda el libro excede su intervención en esa coyuntura política; la testimonia con estética de frenesí. Acaso por eso acaba de reeditarla Díada, tras años en que fue inconseguible la edición original de Tantalia (1993), sello cooperativo fundado por el propio Mira.
Es novela de abundancia y despropósito: los guerrilleros tienen como vecino un Templo Psicoevangélico; una iguana mantiene un amor sofisticadamente tormentoso; un escultor se tira pedos que vuélvense animales; la televisión entretiene con torturas en vivo; los soldados estatales organizan, dentro de una iglesia, una competencia a ver quién logra romper una galleta gigantesca embistiéndola con el pene... Su deriva delirante arranca carcajadas una y otra vez. Pero es novela de tomar muy en serio sus delirios (a la William Burroughs), no se ríe de ellos, si los pare los narra con respeto, como si fueran la realidad del mundo. Logra así el horizonte literario tan viejo como inagotable de crear un mundo (no sólo algunas cosas sino un modo de ser de las cosas).
La historia avanza cada vez más loca y épicamente, al ritmo de una prosa que respira henchida, pletórica y viril; cada elemento aparece ya embarazado de otro. Así -resultando de paso un refugio frente a la tibia nadería difundida en nombre del minimalismo-, Guerrilleros pareciera una propuesta de violentar los límites, de desafiar su naturalización; de no retacearle a la escritura, che, que su gracia es justamente la libertad. Esa escritura sería pues un tipo de militancia libertaria, y allí reside el núcleo de la fuerza presente de un texto que, visto en perspectiva, trabaja sobre el valor de la vida a la luz de la muerte y sobre la presencia de los muertos en la vida: problemas comunes, eternos, elementales, que precisamente por eso pueden ser revisados, reformulados, transitados una y otra vez, todo salvo dados por obvios.